Conversaciones Difíciles

Te has preguntado ¿qué te has perdido por no haber tenido ciertas conversaciones?, ¿qué situaciones o problemas te hubieras evitado?, ¿qué conversación quisieras tener o con quién?

Siempre me he preguntado por qué evadimos conservaciones difíciles aún cuando el hacerlo nos genere problemas o desencadene situaciones mas grandes y complejas. Es más, el evadirlo nos limita nuestra capacidad de aprendizaje e incluso nos imposibilita una reconciliación con alguien querido. Nos cuesta trabajo el hacerlo en todos nuestros entornos, ya sea familiar, social, laboral e incluso con desconocidos.
Según los estudiosos de la evolución que como sapiens hemos vivido menos del 3% de la existencia de la humanidad, esto, según ellos, explica el por que aún tenemos tantas ansiedades, tantos temores y que por que al tomar el mando de manera abrupta en la cadena alimenticia hizo nos comportarnos como un “dictador en una república bananera”. El haberlo hecho tan de pronto, tan imprevisto no ayudó a compensar el proceso evolutivo al dosificar la descarga de nuestras frustraciones, nuestros miedos y nos nuestro rencor.

Lo anterior, según estas teorías, nos dice que nuestro cerebro ha evolucionado para sobrevivir, para estar alerta, salvarnos del peligro y todo lo que esto conlleva, nuestro cerebro no ha evolucionado para ser feliz ni reaccionar ante la incomodidad. El desarrollo tecnológico ha avanzado mas en los últimos 200 años que en los primeros 2.5 millones de existencia del ser humano, esto ha rezagado nuestra evolución contra el entorno. Por ende, es importante reflexionar que a pesar de contar con todos los alcances tecnológicos con los que contamos hoy en día no somos evolutiva ni fisiológicamente emocionales muy diferentes a nuestros ancestros. La parte primitiva de nuestro cerebro está llena de recuerdos ancestrales, está hecho, desarrollado y programado para sobrevivir.

Esto es algo que define nuestro actuar diario y nuestra inteligencia emocional. Por ello es el que nos alteramos emocionalmente cuando tenemos una conversación difícil ya que nuestro cerebro percibe un desacuerdo como una amenaza y activa nuestro sistema nervioso para ello, el problema es que nuestro cuerpo y mente no son muy buenos en distinguir si la amenaza se trata de un León persiguiéndote en la selva o una simple diferencia de opiniones sobre cualquier trivialidad con tu pareja. Esto hace que nuestra frecuencia cardiaca y respiratoria aumente, se tensen los músculos y nos sintamos incómodos. Nuestro cuerpo entra en un modo lucha / huye y puede hacernos perder acceso a la parte racional de nuestro cerebro que es precisamente la parte que mas necesitamos para tomar mejores decisiones en medio de una conversación difícil. Para empeorar la situación, con la persona que tenemos la conversación dificil se va a dar cuenta que nos estamos alterando y es probable que empiece a sentir lo mismo y antes de darse cuenta ambos estamos en una conversación descarrilada y hace que se intensifique el conflicto.

Esa es la explicación científica y vista desde un punto de vista, pero para fines prácticos, no nos gustan las conversaciones difíciles porque no queremos perder en esa conversación, porque sabemos que nos estamos arriesgando a salir mal con esa persona o que esa persona simple y sencillamente no acepte lo que nosotros creemos que es importante o está mal. Creemos que todas las conversaciones difíciles nos llevan a pleito. Y por su parte, la persona al sentirse acorralada cuando evidenciamos algo en su comportamiento, lo primero que hará será intentar defenderse y sabemos que esto no acabará de ninguna forma bien. Por eso preferimos decir que mañana lo intentaremos. Que mañana pido el aumento, que mañana le digo a mi esposa que no me gusta qyue haga tal o cual cosa, que mañana le digo a mi compañero de trabajo que me incomoda que mi lugar de estacionamiento o decirle a mi mamá que deje de meterse en mi relación.

Pero, definitivamente, tenemos que aprender a tener este tipo de conversaciones porque solo asi podemos volverlas productivas y de mejorar en nuestras relaciones.

Los estudiosos recomiendan 3 cosas:
1. Separar los pensamientos de las emociones
2. Descansa: Toma un pequeño receso neutral; ir al baño, tomar agua, preparar café o un té. Lo último que necesitamos en ese momento es que nuestra contraparte piense que estamos huyendo.
3. Concéntrate en tu cuerpo y respira: Es importante liberar la tensión y relajarnos, camina relajadamente, quédate quieto.

El costo por evadir este tipo de conversaciones es altísimo, nos ha costado relaciones familiares, desarrollo profesional, amistades valiosas, divorcios y sobre todo la capacidad de desarrollarnos integralmente como personas. Nuestros hábitos, ansiedades y temores están ligadas a la parte mas primitiva de nuestro cerebro y estamos acostumbrados a no externarlas, a no platicarlas. No sabes la cantidad de gente que me ha felicitado por el valor de hacer este podcast que porque es de muy valiente atreverse a decir que estoy en terapia con psiquiatra o que tomo medicamento o cualquier cosa personal, pero yo, al hacerlo, lo único que me ha traído son beneficios y felicidad.

Para mejorar nuestra capacidad de comunicación, debemos entender que nuestro cerebro siempre buscará el “status quo” (que las cosas queden como están) y que para acostumbrarnos a platicar las cosas nos va a costar algo de tiempo, pero que tenemos que empezar a practicar a tener esas pláticas y saber como llevarlas, después seremos unos maestros en hacer esos comentarios sin dañar, sin dudar, sin tener temor de lastimar o de salir lastimados o de empezar una pelea, el problema es que no estamos acostumbrados a eso, lo hemos evitado toda nuestra vida y preferimos nuestra incomodidad a pasar por ese solo instante.

¿Qué plática tienes atorada que no has llevado a cabo? Atrévete a tener esa conversación, el resultado es el que no te imaginas y aunque fuera malo, el simple hecho de haberlo externado no tienes idea el descanso que te dará
Aqui te dejo esto… por si te sirve.

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